Hola, soy Sara Soria, y en Mentes Despiertas comparto ideas y reflexiones para empoderarnos y combatir la desigualdad.
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En el anterior post hablaba del síndrome de la impostora, de cuando no somos capaces de reconocer nuestros logros y creemos que son un golpe de suerte, y de porqué las mujeres sufrimos más esta falta de confianza.
Hoy quiero que sepas que todas somos impostoras. Y para demostrártelo te traigo unos ejemplos, lee atentamente estas palabras:
“Aún tengo el síndrome de la impostora; no se acaba nunca, ni siquiera en este instante en que ustedes me van a escuchar; no me abandona este sentimiento de que no deberían tomarme en serio. ¿Qué se yo? Lo comparto con ustedes porque todos dudamos de nuestras capacidades, de nuestro poder y de qué es ese poder.”
¿Sabes quién pronunció estas palabras? ¡Fue la mismísima Michelle Obama! Es lo que dijo en un auditorio de Londres repleto durante la gira que hizo para presentar su libro Mi historia.
Sheryl Sandberg es la directora de operaciones y por ende la mujer más poderosa de Facebook, y además ha creado la organización Lean In, que alienta a las mujeres a perseguir sus metas por todo el mundo. Es una mujer a la que admiro profundamente y que es una inspiración para mí en muchos sentidos.
Bien, pues en 2011 Forbes publicó su lista anual con las 100 mujeres más poderosas del mundo, y puso a Sheryl Sandberg en decimoquinto lugar, por encima de Angela Merkel, Hillary Clinton y Michelle Obama.
Lejos de sentirse poderosa, Sandberg se sintió avergonzada y vulnerable, y cuando sus colegas de Facebook le felicitaban por el pasillo, ella calificaba la lista de “ridícula”. Hasta que un día una compañera le dijo que estaba gestionando muy mal el asunto y que estaba demostrando lo incómoda que se sentía y estaba revelando su inseguridad. En lugar de adoptar esa actitud, debía limitarse a decir “Gracias”.
Ya ves, la misma Sheryl Sandberg, también se siente un fraude a veces.
Muchas otras mujeres de éxito se han atrevido a reconocer que sufren el síndrome de la impostora, como la escritora nominada al Premio Pulitzer Maya Angelou, o la actriz Meryl Streep.
No estoy diciendo que solo lo suframos las mujeres, para nada.
Desgraciadamente lo sufrimos en mayor medida y los estudios y las cifras así lo demuestran. Hay estudios que dicen que aproximadamente el 70% de las personas experimentan este fenómeno al menos en algún momento de su vida, e impacta mayormente en mujeres y grupos minoritarios. Pero del síndrome del impostor no se libra nadie.
Tanto es así que, por ejemplo, Albert Einstein se llamaba así mismo “estafador involuntario” porque no se creía digno de las felicitaciones que recibía. ¡El mismo Einstein!
Todas somos impostoras
Así que tú acuérdate de Sheryl Sandberg, una mujer que ha alcanzado la cima del éxito, y que triunfa en cualquier empresa que se proponga. Acuérdate de Einstein, por favor.
Y recuerda que también piensan que no están a la altura.
¿Cómo no vas a sentir esa inseguridad, si hasta las personas más exitosas del planeta la sienten alguna vez?
A mí pensar esto me ayuda a restar importancia a ese sentimiento de falta de confianza.
Ese sentimiento va a llegar, porque no se libra nadie. Lo importante es que no te paralice en lo que te propongas.
Verás, tengo un amigo que lleva muchos años lidiando con la ansiedad, y él siempre dice que la frase que más le ha ayudado para combatirla es: hazte amigo de tu ansiedad. Va a estar ahí, no intentes luchar contra ella porque te vas a frustrar más y tus niveles de ansiedad se van a disparar más, nunca va a desaparecer, simplemente asúmelo y llévalo lo mejor posible.
Siente la ansiedad y sigue con tu vida. Ya sé que es mucho más complejo que eso, pero asumirlo ayuda.
Salvando las distancias, a mí me funciona lo mismo con el síndrome de la impostora.
Siente el vértigo y hazlo.
Por qué viene a verte la impostora
Otras de las cosas que me ayudan a tomar conciencia y a seguir adelante es saber que si estoy sintiendo el síndrome de la impostora es porque estoy creciendo y avanzando.
Porque piénsalo, ¿cuándo viene a verte la impostora, la inseguridad, la falta de confianza?
Mira, la impostora no viene a verte cuando estás sentada en el sofá viendo Netflix.
Viene cuando sales de tu zona de confort. Cuando dejas de hacer tareas que tienes dominadas y te atreves a crear algo.
La impostora va a llegar, porque mientras estés en crecimiento, salgas de tu zona de confort y pruebes cosas nuevas, la impostora va a venir a verte.
Por eso, nos tenemos que hacer colegas de la impostora.
Cogerle del brazo, sentir el miedo y avanzar.
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Un abrazo,
Sara