Hola, soy Sara Soria, y en Mentes Despiertas comparto ideas y reflexiones para empoderarnos y combatir la desigualdad.
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Después de un mes de descanso del trabajo y de esta newsletter, vuelvo con la batería cargada y con muchas ganas de contarte cosas. Tengo que decir que es la primera vez que he sentido abundancia temporal, me ha cundido muchísimo. Tanto, que tenía ganas de volver a la actividad, y sobre todo de volver a escribirte.
Y creo que esto tiene mucha relación con que he estado desconectada 100% de internet y las redes sociales la mayor parte del tiempo.
Esto me ha llevado como siempre a hacerme muchas preguntas: ¿por qué me afecta tanto estar conectada? Si me encanta el marketing online que es a lo que me dedico, ¿por qué me resulta tan sanador desconectarme de todo? ¿por qué necesito tanto estos apagones?
Y como he dado con algunas respuestas, te las traigo aquí por si resuenan contigo.
Un buen apagón, la auténtica salud
Todo el mundo sabe que desconectar del trabajo y del estrés de tu vida diaria es necesario, pero eso es una obviedad y no es ahí donde quiero llegar.
En realidad, lo que he detectado que me hace bien es estar en la naturaleza completamente al margen de la actualidad, sin saber absolutamente nada de lo que ocurre en el mundo.
¿Por qué?
Como feminista y activista, lucho todos los días por conseguir un mundo más igualitario.
Esto implica que cada día, a través de internet y las redes sociales, estoy informada de cada violación grupal, cada asesinato de violencia de género, cada infanticidio, y de todas y cada una de las polémicas machistas de turno.
Y la realidad es que el activismo, afecta. No se puede negar.
Estar todo el día recibiendo inputs de injusticias que te gustaría cambiar, es agotador.
Estás continuamente con la herida abierta, muy en contacto con el dolor ajeno que no puedes evitar hacer tuyo y con una realidad que quieres poner patas arriba y no puedes.
Y todo avanza mucho más despacio de lo que te gustaría. Y te frustras.
Esta semana en concreto, estoy abrumada con la última oleada de violencia y homofobia. El infanticidio y crimen de violencia de género ocurrido en un hotel de Barcelona, los últimos ataques homófobos, la constatación de que existen grupos organizados que van a la caza de homosexuales… ¿en serio?
Este mundo a veces da mucho miedo.
Y hay que cambiar el mundo, claro.
Pero a veces, necesitamos parar y autoprotegernos. Cuidar nuestra salud mental.
Y cuando estemos saturadas, desconectar con un buen apagón de varios días. Para luego poder volver con más fuerza.
Síndrome de desgaste por empatía: cuando el dolor ajeno te atraviesa
Si estás en esta newsletter es posible que seas una persona empática, te indignan las injusticias y te preocupa la igualdad y crear un mundo mejor.
La empatía o la capacidad de ponerse en el lugar del otro es una cualidad maravillosa e imprescindible para ayudar a los demás y para vivir en sociedad.
Pero, ¿qué pasa cuando esto nos supera?
Investigando sobre este tema y tirando del hilo sobre lo peligroso que puede ser un exceso de empatía para nuestra salud mental si no la gestionamos bien, he descubierto lo que en psicología se llama síndrome de desgaste por empatía o fatiga por compasión.
La fatiga por compasión fue nombrada por primera vez en 1995 por el psicólogo Charles Figley y la identificó en trabajadoras o educadoras sociales y también en profesionales de la salud.
Se trata de un profundo desgaste emocional que ocurre cuando estos profesionales no pueden desconectar y se desbordan.
Se manifiesta con síntomas como culpa por no poder ayudar, ansiedad, estrés, desesperanza, desinterés, agotamiento, falta de energía o insomnio, entre otros.
Y es que las personas que trabajan ayudando a los demás, y que están en constante interacción con personas que han vivido situaciones traumáticas, llevan una carga emocional tremenda que es muy difícil de gestionar, y te acaba afectando.
La verdad es que me ha impactado saber de este síndrome porque he visto algunos de estos síntomas en amigas educadoras sociales que trabajan con infancia o en programas especiales de personas migrantes y que están en contacto constante con historias muy duras.
Puede que sea tu caso. Identifícalo y protégete. Pide ayuda psicológica.
Qué hacer para sobrevivir en un sistema patriarcal
Aunque no trabaje ayudando a otras personas y esté lejos de sufrir fatiga por compasión, soy una persona bastante sensible a la situación de desigualdad que vivimos las mujeres.
Por eso, para sobrevivir al bombardeo de noticias y de realidad de este mundo patriarcal, tengo mis armas secretas y te las voy a desvelar, por si te sirve:
1.- La risa
Si llevas tiempo en esta lista sabrás que una de mis armas favoritas para combatir el patriarcado es reírme de todo. Cuando me convertí en una Mente Despierta y abrí los ojos a la desigualdad, vivía enfadada, no me lo podía creer.
Ahora, me sigue indignando igual, pero intento transformar esa energía en acción positiva, aunque es verdad que no lo consigo siempre, porque madre mía lo que hay que aguantar.
Y para no vivir enfadada, la ironía y el humor son mis terapias favoritas. Así que cuando salta a los medios una polémica machista, busco el meme o la mofa para reírme de la situación.
Siempre digo que reírse es siempre mucho mejor que cabrearse. Mucho más divertido, dónde va a parar.
Además, acuérdate de la Pantoja: DIENTES, DIENTES, eso es lo que les jode.
También me ayuda mucho escuchar podcasts, ver series o leer libros con perspectiva feminista. En la última newsletter te recomendaba algunos.
2.- Los apagones
Como te decía más arriba, también me sirve mucho de vez en cuando escaparme a la naturaleza, allí donde no llega internet. Tampoco es necesario ir a ningún sitio, se trata de desconectar del móvil, las redes sociales, y dejar de escuchar las noticias y todo el ruido del mundo real y escucharte.
Aunque si te puedes escapar a la naturaleza, mucho mejor. Los árboles no dicen machistadas y puedes estar en paz con el silencio.
3.- Promover el cambio
Cualquier pequeña acción por mínima que sea para promover que cambien las cosas, me hace sentir bien, porque aporto mi granito de arena.
Sentir que eres parte del cambio es reconfortante, y a mi al menos me alivia pensar que aunque vaya más despacio de lo que me gustaría, estamos avanzando.
Para mi escribir estos emails es una de esas acciones, pero también puede serlo hasta el más mínimo gesto, como afear con mano izquierda un comentario machista, o compartir esta newsletter con tus personas favoritas, por ejemplo. :P
Y tú, ¿qué haces cuando se te llena la taza y no puedes más? Responde a este email y cuéntamelo, seguro que me sirve.
Un abrazo,
Sara
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Wow! no sabes lo representada que me he sentido con este post tuyo... en todo! En lo que desgasta el activismo feminista, y la superempatía que siento (y a veces padezco).
En mi caso lo del apagón lo vengo haciendo ya de tiempo, sobre todo con las noticias en TV. Me di cuenta que desayunar con el telediario me hacía mal, y me afectaba luego en mi día, convirtiéndolo en mas triste. Esto luego lo empecé a aplicar a RRSS, hasta el punto de que he dejado de seguir a personas conocidas y personajes públicos porque lejos de ser un referente motivador, se tragaban mi energía, con lo peligroso que es.
Me alegra haberte "encontrado"! :)