Hola, soy Sara Soria, y en Mentes Despiertas comparto ideas y reflexiones para empoderarnos y combatir la desigualdad.
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Hoy te voy a hablar del éxito y la simpatía hacia las mujeres en el entorno laboral. Temazo.
Más bien de cómo las mujeres generamos menos simpatía cuando tenemos éxito.
Si eres una mujer con un puesto de responsabilidad, sabes de lo que hablo.
Pero si no, puede que estés pensando: no es verdad.
Bueno. No te das cuenta porque lo haces de forma inconsciente.
Te lo voy a demostrar con estudios y al final te cuento qué técnica me sirve a mi para no crucificar a las mujeres que lideran.
El estudio Heidi Howard
En 2003, los investigadores Cameron Anderson y Frank Flynn realizaron un estudio para evaluar las percepciones de los hombres y las mujeres en el ámbito laboral.
Partieron de la historia real de Heidi Roizen, una empresaria de éxito. Los investigadores asignaron a la mitad de los estudiantes la historia de Heidi, y entregaron a la otra mitad la misma historia cambiando el nombre de “Heidi” por el de “Howard”.
Los alumnos consideraron que Heidi y Howard eran igual de competentes, pero él les resultó un colega mucho más atractivo. Y a ella, en cambio, la encontraron egoísta y “el tipo de persona que no desearías contratar”.
Oh, sorpresa. Heidi cae peor y es considerada peor líder, solo por ser mujer.
En 2015 simularon el experimento en Noruega, uno de los países con mayores avances en cuanto a equidad de género del mundo, y el resultado fue el mismo. Tienes que ver el vídeo, se te revuelven las tripas.
Cuando hablan de Heidi dicen que es “egocéntrica”, “fría” y hasta la califican de “bruja”, mientras que a Howard le consideran un “buen líder”, “comprometido y trabajador”.
El éxito y la simpatía se vinculan de forma negativa en las mujeres, y de manera positiva en los hombres.
Las conclusiones del estudio Heidi Howard están en línea con muchas otras investigaciones como esta, citadas en Lean In de Sheryl Sandberg, un libro de lectura obligatoria si te interesa el tema del liderazgo femenino.
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¿Por qué ocurre esta discriminación?
Es realmente retorcido porque nadie admitiría que reproduce esta discriminación, pero el hecho es que lo hacemos sin darnos cuenta.
Lo que ocurre es un sesgo o prejuicio inconsciente de género. Son creencias que condicionan nuestras decisiones porque evaluamos a las personas basándonos en estereotipos.
Según los estereotipos de género, los hombres toman la iniciativa y son decididos e impulsivos. En cambio, las mujeres son más sensibles y las asociamos a los cuidados y al espíritu comunitario.
Heidi traiciona nuestras expectativas sobre las mujeres cuando es ambiciosa y se centra en obtener poder. Howard, en cambio, confirma lo que esperamos de un hombre al comportarse exactamente igual.
Resultado: Howard nos gusta y Heidi no.
Aunque se reconozca su mérito, es muy común percibir a las mujeres líderes de forma negativa. Son famosos los apodos denigrantes que se les han puesto a las dirigentes femeninas. Acuérdate de Margaret Thatcher, la dama de hierro. Nixon llamaba “vieja bruja” a Indira Gandhi, la primera mujer ministra en Israel. O sin ir más lejos, Ángela Merkel, la frau de hierro.
Mira a tu alrededor. Fíjate en lo mal que caen las jefas que te rodean, cuánto las critican.
A veces tengo la sensación de que las mujeres solo tenemos que dejar de sonreír para caer mal a todo el mundo. Nuestro papel es agradar, ser serviciales, y sonreír. Y si no lo hacemos, nos va peor.
Es muy loco porque en tu puesto de trabajo, si sonríes y eres agradable te toman por tonta, pero si eres seria y firme, a menudo te llaman borde y caes fatal.
Una mujer que lidera, para caer mal no tiene que hacer nada. Tenemos las críticas aseguradas por respirar.
¿Cómo evitar esta discriminación?
Aunque siempre estoy alerta para detectar las desigualdades, también tengo este prejuicio inconsciente interiorizado, nadie se libra, nos guste o no.
Para evitarlo, cuando siento que una mujer que lidera me parece borde o fría o demasiado autoritaria, me saltan las alarmas, y cambio a Heidi por Howard.
Me detengo y pienso: si ese comportamiento lo hubiera tenido Mario en lugar de María, ¿pensaría lo mismo?
Y me imagino en esa misma situación a Mario y la mayoría de las veces me doy cuenta de que si esa actitud la hubiera tenido un hombre, no la habría percibido de forma negativa.
Así que te invito a hacer el mismo ejercicio cuando pienses que una líder es demasiado agresiva o de trato difícil. O simplemente te caiga mal, y no sabes por qué.
Antes de juzgar a una mujer de éxito, cambia a Heidi por Howard.
Un abrazo,
Sara
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Yo creo que la percepción negativa que se tiene a la figura de la mujer como jefe, no es gratuita, pienso que se debe a que muchas mujeres no saben manejar sus emociones en situaciones de estrés, lo que las lleva a cometer malos tratos contra sus subordinados.