Hola, soy Sara Soria, y en Mentes Despiertas comparto ideas y reflexiones para empoderarnos y combatir la desigualdad.
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Si eres una persona que aún no está concienciada con la igualdad de género, es probable que estés pensando que hoy en día a las mujeres no se nos valora peor por ser mujeres.
En la gran mayoría de las empresas se piensa que se valora a las personas por nuestra valía, que la discriminación por razón de género es algo del pasado.
Lo que no saben es que es inconsciente.
Y que en la realidad que muestran los datos, se puede comprobar la desigualdad.
Es un hecho que la brecha de género en España es del 36,7% en el 2021 y que no ha disminuido sino que ha aumentado un punto por la pandemia respecto al año anterior.
Y recuerda que según datos de los técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha), la diferencia salarial anual entre un hombre y una mujer es de un 28%. Se calcula que al ritmo que va cambiando, España necesitaría 105 años para acabar con esta brecha salarial.
Y la verdad, a mi no me quedan 105 años. El fin de la brecha salarial la quiero ver con mis propios ojos y haré todo lo posible por empujar en esa dirección.
Por eso, hoy te traigo el estudio Jennifer John para que veas cómo se nos discrimina sin mala intención, de forma inconsciente.
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El efecto Jennifer John
La Universidad de Yale realizó en 2012 un famoso estudio conocido como El efecto Jennifer - John, en el que se le entregaron a 127 profesores currículums de estudiantes ficticios y se les pidió que los evaluaran para ocupar un cargo en su departamento. A 63 de ellos les enviaron el curriculum de Jennifer, y a 64 el de John, pero el curriculum era exactamente el mismo, lo único que cambiaba era el nombre y el sexo.
Aunque los currículums eran idénticos, los profesores valoraron mucho más alto a los John, que a las Jennifer.
Oh, sorpresa.
John obtuvo mejores calificaciones, y determinaron que Jennifer era menos competente y menos contratable que John, y el/la responsable estaba dispuesto a dedicarle menos tiempo de tutoría. Además, estaban dispuestos a pagar a John un 10% más.
En la vida real, John se llevaría el puesto. Y le pagarían más.
Oh, sorpresa.
Y esto ocurre cada día en el entorno profesional.
Lo que les ocurrió a los evaluadores se llama sesgo o prejuicio inconsciente de género.
Y también te ocurre a ti, sea cual sea tu sexo, en cualquier ámbito de tu vida.
Cada día, hay personas que al tomar decisiones sobre nuestra remuneración, les afecta el sesgo de género y como consecuencia, nos pagan menos. Por eso, los puestos feminizados, están peor remunerados.
Por eso, y porque nosotras, con la falta de confianza en la que se nos educa, y con el síndrome de la impostora a cuestas, no empujamos para pelear por una subida de sueldo o por un ascenso.
Mira, a mi me gusta traer estudios para abrir los ojos a las personas que aún no los han abierto, que no se dan cuenta de la desigualdad en la que vivimos.
Lo tienen delante de los ojos y no lo ven. O no lo quieren ver.
Pero a las que estamos sensibilizadas con la igualdad y ya hemos abierto los ojos, nos resulta increíble que el resto no lo vea.
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El síndrome de la impostora en Reinvéntate
El otro día estuve charlando en el podcast Reinvéntate de Judith Martínez-Sadri sobre el síndrome de la impostora, esa falta de confianza que nos paraliza cuando intentamos iniciar un nuevo proyecto o reinventarnos.
El podcast de Judith es muy inspirador y tuvimos mucha conexión, así que os invito a escucharlo en Spotify o en Apple Podcast. En la entrevista hablamos de:
Por qué las mujeres sufrimos más el síndrome de la impostora.
Ejemplos de mujeres de éxito internacional que han reconocido que lo sufren.
Estrategias para que no te paralice.
Tipos de síndrome de la impostora: aprende cómo identificarlo y no permitir que se cruce en tu camino al éxito.
Un abrazo,
Sara
En algún libro no recuerdo cual, en una orquesta importante decidieron realizar las audiciones de nuevos músicos detras de una cortina, para evitar discriminaciones por sexo, edad o apariencia física. Y el hacerlo así hizo mas objetiva la selección. Los sesgos culturales siempre tienen mucho peso en el proceso de selección.