Hola, soy Sara Soria, y en Mentes Despiertas comparto ideas y reflexiones para empoderarnos y combatir la desigualdad.
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La semana pasada tratamos el tema de la sororidad. En definitiva, de ayudarnos entre nosotras para hacer frente a la desigualdad. Escribo mucho aquí sobre lo importante que es conocer nuestras debilidades por la discriminación que sufrimos, y trabajar unidas para hacerles frente.
A mi me encanta rodearme de mujeres geniales y tejer a mi alrededor redes para brindarnos ayuda mutuamente. Es algo que de verdad creo que nos sale natural y nos beneficia.
Sin ir más lejos esta semana dos mujeres maravillosas me han cedido desinteresadamente su tiempo, que es lo más valioso que tenemos, para ayudarme con algo en lo que tienen mucha más experiencia.
Y es que me enfrento a un reto que me da vértigo, y que estoy convencida de que me daría mucho menos miedo si hubiera sido educada en la seguridad, y no en la perfección y en la exigencia como nos educan a las mujeres.
Así que hoy quiero dar las gracias a todas esas mujeres que ayudan a otras mujeres. SOIS MARAVILLOSAS.
Desgraciadamente, no siempre es así.
Algunas mujeres todavía se empeñan en machacar a otras. A veces, no nos damos cuenta de que nos iría mejor si mantuviéramos la vista fija en nuestros objetivos comunes, en lugar de pelearnos por lo que nos diferencia. Esto ocurre constantemente en el feminismo y me apena muchísimo. No estoy diciendo que no tenga que haber debate, pero sin duda debería ser más constructivo.
Conseguiremos muchos más avances si trabajamos juntas.
Pero hoy, te quería hablar de cuando eso ocurre en el ámbito laboral. En definitiva, de las jefas tiranas que hacen la vida imposible a otras mujeres, e impiden su avance.
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El síndrome de la abeja reina
Es una lástima que uno de los obstáculos para que haya mujeres en el poder haya sido precisamente las mujeres que ya están ocupando puestos de poder.
Antes, era tan complicado para las mujeres llegar a un puesto de liderazgo, que se pensaba que ascender a los puestos de mayor rango de la empresa solo le estaba permitido a una mujer. No les faltaba razón.
El caso es que eso hacía que las mujeres, en lugar de unirse para hacer frente a un sistema injusto, se veían como competidoras, aumentaba la hostilidad y las mujeres terminaban siendo ignoradas, o incluso saboteadas por otras mujeres.
En la década de 1970, este fenómeno era tan común, que se empleaba el término “abeja reina” para describir a las mujeres que obtenían un alto cargo, y utilizaban su puesto para mantener a las demás “abejas obreras” en puestos de poca importancia.
Las abejas reinas eran conscientes de que las mujeres tenían menos estatus, y a fin de sentirse valiosas, únicamente se asociaban con hombres. Con frecuencia, estas mujeres eran recompensadas por mantener el statu quo y por no promover el ascenso de otras mujeres.
Aunque tengo amigas que sí han tenido experiencias con abejas reinas, cuando pienso en ejemplos de mi experiencia personal, la verdad es que no se me ocurre ninguno.
Pienso más bien que se trata de algo que ocurría mucho más a menudo hace 15-20 años.
Por otro lado, creo que pensamos que este fenómeno está más extendido de lo que realmente está, debido a que somos más duras entre mujeres, porque nos duele más que sea una mujer la que se comporte así con nosotras.
Tanto hombres como mujeres esperamos más amabilidad y cercanía en las mujeres.
Y cuando esto no ocurre, nos enfadamos o pensamos que son frías, calculadoras o incluso “malvadas” juzgandolas en base a los prejuicios de género. Es algo que nos ocurre a menudo y que lo hacemos de forma inconsciente.
Así que el ejercicio que hago y que espero que te sirva a ti también, es que cuando una mujer me parece borde, fría o autoritaria, primero me pregunto si la hubiera juzgado igual de haber sido un hombre el que se ha comportado así.
A veces somos nosotras mismas las que nos juzgamos con un doble rasero.
En cualquier caso, me gusta pensar que este tipo de abeja reina está en peligro de extinción, y que las mujeres ahora actuamos de forma mucho más inteligente y nos convertimos en aliadas para hacer frente a la discriminación.
Como dijo en una ocasión Madeleine Albright, la ex-secretaria de Estado de Estados Unidos:
“Hay un lugar especial en el infierno para las mujeres que no ayudan a otras mujeres”
Un abrazo,
Sara